Años después nacieron dos personajillos aún peores: el abajo firmante y su dominante hermana. La poca diferencia de edad hizo que creáramos un vínculo que se traduciría con el paso de los años en una necesidad invisible, pero bien perceptible. Siempre la mano tendida...
Lo que fue inesperado fue la bomba que llegó a los 6 años, que revolucionó la familia con una personalidad exagerada, pero llena de buenas intenciones. Fue ella sin saberlo la que me inició en la idea de crear "el club de los imposibles"
Hubo un día que me agarré a una cabra, y fue el día que me di cuenta que no se puede tener todo lo que uno quiere, entonces decidí convertirme en una auténtica cabra; no pude volver atrás.
Sin mi cabra aprendí a estar sólo; y a comer gusanitos mientras las cabras pasaban por la linde del rio a la sombra de las nogueras. En ocasiones era innecesario el viento que corría con voz de tango. Los gusanitos me daban la fuerza para no crecer demasiado rápido.
Mientras mi madre cuidaba exasperadamente de nosotros para que aprendiéramos a crecer con cuidado y sin prisas (si le hubiera hecho más caso). La vida era un simple cumpleaños recubierto de números y letras que fácilmente, y con la ayuda de mi hermana, podía resolver
Víviamos en un tiovivo de emociones que se olvidaban rápidamente para poder vivir más y más... Cualquier cosa era importante, cualquier cosa era inolvidablemente olvidable, cualquier cosa era especial.... cualquiera.
Y si en algún momento no podía continuar, ahí estaba mi hermana para tirar de mí, porque otra cosa no, pero fuerza (me refiero a mental,..., bueno y corporal, porque vaya culo espartero) tenía y tiene la "joia".
Y por supuesto la risa era el principal mandamiento del club futuro que formaría. ( Aquí también empezó esa obsesión por el agua que tengo, pero eso es otro cantar...) La risa junto a los gusanitos era para mí como lo eran las espinacas para Popeye.
Y si en algún momento no podía continuar, ahí estaba mi hermana para tirar de mí, porque otra cosa no, pero fuerza (me refiero a mental,..., bueno y corporal, porque vaya culo espartero) tenía y tiene la "joia".
Y por supuesto la risa era el principal mandamiento del club futuro que formaría. ( Aquí también empezó esa obsesión por el agua que tengo, pero eso es otro cantar...) La risa junto a los gusanitos era para mí como lo eran las espinacas para Popeye.
Un día desaparecí(Ó), no hace mucho tiempo. Encontré(Ó) a Ocre, y m(L)e enseñó el sabor amargo de las cosas. Dejé(Ó) el club de los imposible en manos de unos impostores y se transformó tanto, que hasta el mandamiento principal (reír hasta llorar) se olvidó.
Ahora os pido(e) que si lo veís por las calles rondando le recordéis quién es, porque sufre amnesia, y a veces ni él mismo se reconoce. Esta foto es del día que desaparecí(Ó), dejando atras las sombras de nogueras, los paseos de cabras, las carcajadas inmóviles, y por supuesto su club de los imposibles.
¿Puedes abrir más los ojos? ¡Corre!