miércoles, 3 de octubre de 2007

Desacuerdos pesqueros


- Puedes dejar esta absurda parafernalia en cuanto te lo propongas. El sufrimiento es acertado, pero el dolor totalmente innecesario. Puedes dejar el melancolismo barato y... ¡Maldito seas! No ves que no es la solución pescar en ambos polos, pierdes tiempo; y aunque cuando llegues tengas recompensa, no merece la pena.

-¿Lo ves? No hagas caso a este estúpido; vivimos entre cortinas de humo, que mas da una más. Te estoy hablando de una felicidad ensombrecida, pero al fin y al cabo te hablo de una felicidad, de una rutinaria felicidad...

-¿Felicidad? ¿A eso llamas felicidad? No hagas caso a la ignorancia; él te ofrece un todo sin sentido. Yo sólo te ofrezco pequeños momentos, menos minutos de gran vida, pero inolvidables, verdaderos e intensos, ¿de qué sirve una vida longeva e hipócrita?

-Pero ¿por qué lo obligas a decidirse por un polo? Si explicas que sólo los momentos puntuales merecen la pena, ¿por qué no cruzar oscuras aguas para vivir un momento? Te estás contradiciendo.

-No te equivoques, cuando hablo de elección lo hago teniendo en cuenta que lo que le lleva al polo sur es únicamente la sociedad y las tasas económicas que le imponen si sólo pesca en el Ártico. Tú lo sabes, él también, y yo. Y si tú quieres hacerte el asombrado, no me importa, pero no le repitas las mentiras demasiado, porque al final se las creerá.

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